Todos lo sabíamos, todos conocíamos el momento, todos callábamos como si de esa manera el día se olvidara de venir y pudiéramos engañar a las agujas del reloj para que pasaran de largo por el pasillo arco iris.
El tiempo, jugando su papel, se cuela por cualquier rendija y
nuestra puerta, cerrada a cal y canto, sabíamos que no sería obstáculo para que,
ese tiempo que tan buenos ratos ha compartido con nosotros en estos dos años, hoy
nos avisara, irremediablemente, que el momento ya estaba aquí.
Atrás se quedan miles y miles de historias, desde aquel mes
de septiembre de 2011 cuando, con caritas de niños, subíais por primera vez las
escaleras de vuestro reino para conocer ese otro mundo de los sueños en el que
el esfuerzo de superación siempre se ve recompensado con la realidad.
Hoy, dos años después, veintitrés hombres y mujeres, habéis
abandonado ese reino, nuestro reino, bajando las mismas escaleras, destrozados
por dentro y con la compañía de la soledad.
Estas palabras, esas que siempre me oíais con los ojos del
corazón, serán las últimas que os dirija vuestro maestro, hoy, una vez más,
habéis dado una lección de sensibilidad y amor que sólo están al alcance de los
que, como vosotros, descubren que las lágrimas son el alimento del alma.
Con el corazón también roto, y sin más consuelo que estas
palabras, sólo puedo deciros que os agarréis fuerte a ese abrazo que no
queríamos que llegara nunca porque con él va un trocito de mi corazón que sé
que guardaréis para siempre.
A mis hormiguitas.
¡¡OS QUIERO MUCHO!!